Mike Coupe, el nuevo CEO de Sainsbury’s, presentaba hace unos días los resultados de la primera mitad del año, y también su esperada presentación de cuáles iban a ser las líneas estratégicas en las que iba a trabajar Sainsbury’s a partir de ahora, bajo su dirección.
Las cifras están muy alineadas con la tónica del mercado y no sorprendieron mucho que las ventas no crecieran (un 0% respecto al año anterior) y las ventas comparables fueran negativas (-2.1%). Y es que a pesar de los muchos aciertos que ha tenido Sainsbury’s para esquivar la crisis, al final ha sucumbido a la realidad del mercado, la huída de consumidores de las tiendas de los distribuidores del Top 4 y la baja inflación. Sin embargo, siguen teniendo mejores resultados que Tesco y Morrisons, que continúan pasando por su calvario de ventas particular, y en estos momentos, sólo Asda es capaz de mantenerse a flote, aunque también perdiendo ventas comparables.
Sainsbury’s piensa que las condiciones del mercado se van a endurecer: la población no crecerá mucho, y la inflación va a mantenerse baja un tiempo, por lo que para crecer hay que quitar ventas a los competidores o buscar ingresos fuera del gran consumo.
Así ve el futuro próximo Sainsbury’s: un mercado sin inflación ni crecimientos en volumen significativos.
Para conseguir remontar esta situación, van a trabajar en varias líneas, algunas aparentemente opuestas.
La anunciada bajada de precios va a consolidarse. Ya comunican en sus tiendas los nuevos precios, se comparan directamente con Asda, y están trabajando con algunos proveedores de MDD para poder tener productos de calidad a precios más bajos que los que tienen Aldi y Lidl. Algunos de estos productos, pusieron como ejemplo los pañales, les ayudarán a atraer a las tiendas a targets específicos, como las familias jóvenes que ahora compran en discounters. Los precios bajos traen el revés de reducir la profundidad de las ofertas, y el ofrecer menos beneficios en el club de fidelización, que posiblemente se había quedado algo anticuado. Se está a la espera de novedades en este campo, más allá de las anunciadas respecto al desarrollo de apps vinculadas a la tarjeta, etc.
La inversión en precio (unos £150 millones, muchísimo menos que la anunciada por sus rivales Asda y Morrisons) se va a financiar con un menor número de aperturas, y ahorros en la operativa (en estos tiempos turbulentos, es imporante lanzar mensajes a los accionistas!).
Van a invertir en calidad, como en la de los productos frescos, trabajando con proveedores para extender las temporadas de cultivo en UK de algunas frutas y verduras, y ahorrarse costes de transporte y mantener el atributo del origen británico, que suele valorarse de forma positiva por parte de los clientes.
Se frena la apertura de supemercados y formatos más grandes, abriéndose este año un 50% menos que el anterior, y reduciendo aún más las aperturas de cara a años siguientes. Muchas de estas tiendas tienen problemas de aprovechamiento del espacio (sus cálculos son que en los próximos años el 25% de las tiendas sufrirá esto), y trabajan con algún retailer complementario para abrir concesiones en sus supermercados, o bien ceder espacio a la joint venture con Netto. Están estudiando nuevas opciones para los próximos supermercados, donde trabajarán más las misiones de compra, haciendo que la compra pueda realizarse más rápidamente.
Lo que no cambia es la apuesta por el convenience, continuarán abriendo 100 tiendas al año, y el online, con la próxima inauguración de su primer dark store.
El futuro no parece muy malo para Sainsbury’s, menos expuesto a los dos principales problemas del sector, los hipermercados (tiene muchas menos tiendas grandes que el resto del Top 4) y los discounters (sus clientes son de clase media, media alta, y además, las tiendas están muy localizadas en el sur de Inglaterra, una zona menos afectada por los problemas económicos) y con un plan que parece convincente para volver a retomar los diez años de crecimiento que llevaba hasta ahora.
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