El consumo de productos locales es una clara tendencia internacional que, en Reino Unido, tiene un gran predicamento desde hace tiempo. Ya hemos dado buena cuenta de este tema en este blog y en diversas entradas de twitter @GMetCo .
Fuente: wakeup-world.com
Este tipo de consumo puede tener ciertas ventajas frente al comercio global (1) de tipo social, asociadas al desarrollo de la comunidad en la que se vive, (2) de tipo económico, relacionadas con el desarrollo y mantenimiento del sector primario y de la industria alimentaria del propio país, así como con la reducción del número de agentes intermediarios, (3) de tipo cultural, ya que promueve el consumo de productos tradicionales que forman parte de la cultura local y, por supuesto, (4) de tipo ambiental debido al menor recorrido de los productos desde su producción hasta su consumo.
Este último punto ha venido siendo un buen argumento de venta y, por ejemplo, el concepto de la huella de carbono ha pasado del círculo de economistas agrarios y de recursos naturales al gran público. En Reino Unido la huella de carbono forma parte del currículo de primaria y hace poco tenía que ayudar a mi hija a rellenar una estimación de la huella de carbono del consumo familiar para su colegio (salimos bien parados, he de admitir).
Una Idea intuitiva comúnmente aceptada es que, en las cadenas alimentarias globalizadas, el producto suele recorrer largas distancias y supone un elevado consumo de energías no renovables, todo lo contrario que los productos locales. Frente a ello, diversos estudios científicos afirman que el transporte de productos locales se suele hacer en pequeños vehículos, no siempre llenos, que realizan el camino de vuelta en vacío, por lo que pueden llegar a ser menos eficientes que las cadenas globales.
Esto ha quedado de manifiesto en el estudio al que hacemos referencia. Se analizan datos reales desde la granja a la casa del consumidor por cada euro de comida, no informes ni medias anuales de estudios antiguos. Como era de esperar, los resultados muestran una enorme variabilidad en las cadenas, y algunas cadenas locales llegan a ser menos eficientes energéticamente que las de los supermercados.
Al final, una conclusión que parece clara es que en los sistemas locales hay margen de maniobra para mejorar su eficiencia. También que no por ello hay que desechar lo local porque, incluso si fueran menos eficientes (que no lo son siempre) las ventajas adicionales que citábamos al principio los hacen dignos de consideración.
Mundler, P. and Rumpus, L. (2012). The energy efficiency of local food systems: A comparison between different modes of distribution. Food Policy. 37: 609-615. DOI:10.1016/j.foodpol.201 2.07.006.
Se puede encontrar más información en “Science for Environment Policy“: European Commission DG Environment News Alert Service, edited by SCU, The University of the West of England, Bristol.
“Como puedes ver, nos tomamos muy en serio el concepto de Alimento Local” Fuente: http://en.wikipedia.org/wiki/File:Local_food.jpg
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