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  • Writer's pictureJosé Miguel Flavián Erlac

El gran consumo ultima su preparación para el Brexit.

Apenas quedan dos meses para que se cumpla el plazo estipulado en el artículo 50 del Tratado de la Unión Europea y seguimos teniendo las mismas pistas que hace dos años sobre cuál va a ser el resultado del Brexit. Aunque parece muy probable que el Reino Unido trate de extender el plazo para seguir negociando, también es posible que se precipite una salida sin acuerdo, con severas consecuencias sobre todo para Gran Bretaña.

Las empresas del mundo de la alimentación no pueden esperar y llevan meses analizando los posibles escenarios y estableciendo planes de contingencia. Naturalmente, a medida que se aproxima la fecha, vamos teniendo noticias de estos planes y lo que las empresas están haciendo ya para minimizar los problemas que se esperan las primeras semanas tras un hipotético Brexit sin acuerdo.

Recordemos: en caso de un Brexit sin acuerdo, el Reino Unido sale de la Unión Europea y de su unión aduanera, y pierde el acceso preferencial a todos los mercados con los que la UE tiene acuerdos comerciales, entre otros muchos cambios. Se pondrán en vigor las disposiciones de la Oficina Mundial de Comercio, en cuanto a tarifas de comercio internacional como de procesos. Los productos que vienen o se envían a la Unión Europea no podrán pasar las fronteras sin control alguno, por no pertenecer el Reino Unido al mercado común, y se impondrán controles en las fronteras. Lo mismo pasará para otros productos de países terceros con acuerdos con la UE.

El gran temor de la industria son estos primeros días, en los que el Reino Unido y los países europeos tienen que establecer controles de entrada. Las importaciones en el Reino Unido se pueden verse seriamente afectadas, hasta que el propio país tenga en marcha todos los procedimientos necesarios para permitir el tránsito de mercancías. Las cadenas de suministro más tensionadas pueden sufrir retrasos y paradas importantes, y para las cadenas de productos frescos los retrasos pueden significar que algunos productos se echen a perder.

El precio de los alimentos, tal y como reconoció hace unas semanas el ministro del medio ambiente, medio rural y alimentación, Michael Gove, se incrementará. A los incrementos por las tarifas se le tiene que sumar la más que probable devaluación de la libra (perdió ya súbitamente un 15% tras el anuncio del resultado del referéndum sobre el Brexit) y todos los alimentos importados se encarecerán de golpe.

Tesco y Marks & Spencer han reconocido que están acumulando productos ambiente para evitar quedarse sin existencias durante las semanas siguientes a un posible Brexit sin acuerdo. El 70% del negocio de Marks & Spencer es producto fresco o refrigerado, por lo que el impacto de la disrupción en las fronteras puede ser muy importante para ellos, y tratan de mitigarlo en lo que esté en sus manos. Sin embargo en el caso de Tesco, por cuota de mercado y surtido, la tarea parece titánica, y llevan tiempo planificando esto con sus principales proveedores a los que han ido pasando pedidos algo mayores que lo habitual. Han contratado contenedores que se han instalado al lado de los grandes hipermercados, en los que van a guardar producto que llevarán a las tiendas cuando sea necesario.

Lidl ha abierto un departamento de importaciones en sus oficinas en Londres, que va a gestionar los nuevos trámites administrativos necesarios para hacer pasar los productos por las fronteras tras el Brexit.

La industria cárnica se prepara acumulando principalmente toneladas de ternera, acelerando las importaciones de la República de Irlanda y de países como Polonia, Dinamarca, etc y así tener un colchón de seis a ocho semanas para poder atender los pedidos en caso de disrupción. Se enfrentan al problema de la limitada capacidad de almacenamiento que hay en el país, pensado más en la distribución de carne que en guardarla.

La Federación de Industrias de Alimentos y Bebidas (FDF) está trabajando para el post Brexit, además de todas las guías y asesoría que ofrece a las empresas en estos momentos. Como el Brexit va a afectar con mayor intensidad a las empresas más pequeñas, que tienen menos liquidez, pueden tener menos recursos para adaptarse a la nueva situación, y pueden necesitar más tiempo para ajustarse a los cambios en el comercio internacional que vengan tras el Brexit, la FDF negocia con los bancos una línea de crédito preferente para estas empresas pequeñas garantizada por el gobierno, y que puedan acceder con mayor facilidad a liquidez en caso de no poder adaptarse rápidamente a la nueva realidad. Esperan ayudar a más de la mitad de las 2.000 PYMES cuyo negocio es principalmente exportar producto a países de la Unión Europea, y que serán los más afectados. Tras la crisis financiera del 2008 se lanzó una iniciativa similar.

Todas estas acciones tienen un coste tremendo, para tratar de cubrir unas circunstancias que a día de hoy no sabemos si van a ocurrir. El sector alimentario opera con poco margen, y adelantar compras, almacenarlas y asegurarlas aún lo erosiona más, destrozando además el cash flow de muchas de las empresas.

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