En medio del Brexit y de la crisis del Coronavirus, algunas otras cosas van avanzando, y ahora el Parlamento Británico se pone en marcha para atender una vieja petición de la patronal.
Los cajeros y reponedores, como cualquier otro profesional que trabaja frente al público, tienen que atender a los clientes amables y a los impertinentes, en general por igual. Lo malo que es algunos se pasan de la raya y se muestran violentos, o atacan directamente el empleado.
En el Reino Unido además de restringir la venta de alcohol y tabaco a menores de edad, éstos no pueden comprar tampoco cuchillos, disolventes, y fuegos artificiales. Algunas medidas son comunes en muchos otros países, pero otras específicas de este y que se han tomado para tratar de frenar el ascenso de crímenes por apuñalamiento y por verter disolventes sobre las víctimas, en un número significativo de casos pergeñados por menores. Como la aplicación de la restricción cae bajo la responsabilidad del cajero, en ocasiones los clientes vierten su frustración sobre él o ella, malas palabras, o incluso violencia.
The Coop, la cadena de supermercados con un mayor número de tiendas en UK, guarda un registro de estos incidentes y los hace públicos. En el primer trimestre del 2020 se han cuadruplicado respecto al año anterior, y ya sufren en sus tiendas 100 casos de abuso verbal y 12 ataques físicos a la semana. Según la British Retail Consortium (que analiza también esto, pero para todo el retail), los incidentes han aumentado un 9% en un año, y se producen casi 500 cada día.
La legislación está en sus inicios, y la impulsan miembros del Parlamento que no forman parte del gobierno (los llamados Backbenchers). El objetivo que tienen es el de establecer un marco que defienda la responsabilidad que tienen los cajeros a la hora de permitir que se adquieran estos productos restringidos, definir las penas por cometer estos asaltos, y dotar a la policía de los recursos necesarios para perseguir estos delitos.
Estos días, con la crisis de miedo que estamos pasando, en la que los clientes están comprando de forma compulsiva para tener reservas en casa en caso de un aislamiento prolongado o por el miedo a que escaseen los productos básicos, los incidentes se han disparado.
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