El Brexit y los efectos del cambio climático están poniendo el acento en la cuestión del origen de los alimentos que comemos en el Reino Unido.
El Reino Unido importa más del 90% de la fruta que consume, y el 40% de las hortalizas, y una gran parte del total de las importaciones proviene de países de la Unión Europea, por lo que el cambio en la relación va a afectar indudablemente al precio de estos productos y a los trámites necesarios para importarlos. Es por ello previsible que tras el Brexit los precios de estos productos aumenten.
Pero además los fenómenos metereológicos también están dejando huella en la sección de las frutas y hortalizas. El invierno del 2017 estuvo dominado por los problemas de abastecimiento de hortalizas desde España, y ahora este verano estamos sufriendo las consecuencias de la intensa ola de calor que ha vivido el país, que ha pasado prácticamente del invierno al verano con una primavera cortísima. La producción de muchas hortalizas y algunas frutas se está viendo afectada, mientras que en otros casos como las cerezas, el calor les beneficia y se ha obtenido una cosecha excelente.
El primer problema fue durante el final de la primavera. Las temperaturas inusualmente altas y la práctica ausencia de lluvia redujeron la cosecha prevista de los espárragos ingleses, y se detuvo el crecimiento de los guisantes, por culpa del calor. Además el calor ha favorecido el desarrollo de más plagas.
Después llegó el turno a las lechugas, que tampoco podían crecer por el calor y la falta de lluvia, y se tuvieron que importar de otros países para lograr atender la demanda.
Ahora es el turno de los pepinos, con un número significativo de tiendas desabastecidas y los clientes quejándose en las redes sociales. El Reino Unido produce solamente un 30% de los pepinos que consume en esta época del año, y tiene que importar un gran volumen de Holanda, país que sufre en estos momentos escasez de pepinos.
Las consecuencias de la sequía y el calor van a sentirse durante muchos meses más, advienten los agricultores. Las zanahorias que se recogen en invierno, por ejemplo, no han recibido la lluvia necesaria, por lo que se espera que la cosecha sea un 40% menor de lo habitual, y el Reino Unido tenga que importar un producto para el que normalmente es casi autosuficiente.
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