Esta noche el Channel 4 de la TV británica ha emitido el programa en el que Jamie Oliver nos explica su última cruzada: esta vez contra el azúcar. El programa informa, y a partir de allí, invita a la acción a las empresas y a los consumidores.
Primero explican la cantidad de azúcar que tienen los productos que habitualmente consumimos, medido todo en cucharillas de azúcar, y comparándolo con la cantidad de ingesta recomendada, y en general, asombrando a los telespectadores por la cantidad de azúcar oculto que hay en los alimentos procesados. El asombro continúa con las enfermedades derivadas del consumo excesivo de productos ricos en azúcar: niños a los que les quitan los dientes podridos por beber demasiados refrescos, adultos a los que les tienen que amputar partes del cuerpo por culpa de la diabetes II, a la que han llegado por malas dietas. Los médicos que aparecen atribuyen directamente al azúcar en las dietas el origen de estos problemas.
Después Jamie Oliver viaja a México para comprobar directamente los problemas de salud pública por el gran consumo que hay en ese país de bebidas refrescantes de alto contenido en azúcar. Se ven como estas bebidas están integradas en el día a día de gran parte de la población, sobre todo de las zonas rurales donde el agua potable es un bien escaso, y estas bebidas son el líquido más accesible, y la inciencia de diabetes II es altísima. Alejandro Calvillo, director de la organización El Poder del Consumidor le explica al chef como ante este problema, han conseguido que el gobierno aprobara un impuesto para estas bebidas, un 10%, y que tras su puesta en práctica, ha conseguido reducir el consumo de las mismas.
El programa acaba con la idea de Jamie Oliver de “inspirar” al gobierno británico para que aplique una tasa similar. Para ello se compromete a aplicar una tasa del 20% en las bebidas refrescantes que vende en sus restaurantes, y además organiza una reunión con los CEOs de varias cadenas de restaurantes para explicarles su iniciativa y tratar que se sumen a su causa. El dinero recogido propone dedicarlo a educación alimentaria en las escuelas.
Un par de cadenas de restaurantes se han apuntado ya, Abokado y Leon, y algunas otras lo están valorando. Además, Jamie Oliver ha lanzado una petición pública para que el gobierno debata en el Parlamento la aplicación del impuesto en todo UK. Si recoge 100,000 firmas de ciudadanos británicos, el gobierno tendrá que presentar este punto en una reunión parlamentaria.
Otra fuente más que demoniza el azúcar, tras las acciones de diversos lobbies y el propio Tesco. La respuesta de la patronal alimentaria al programa de Jamie Oliver ha sido la esperada (ver su nota de prensa, o las declaraciones a The Guardian): los padres deciden lo que toman sus hijos, hay que respetar la libertad individual, y que quien es este chef para decidir lo que puede comer la gente. El Chef se enfrenta aquí con un lobby poderoso: la mayoría de empresas que fabrican estos productos son multinacionales – algunas han sido directamente nombradas en el programa – y capaces de hacer mucho ruido marketiniano para compensar la mala prensa derivada de este programa.
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