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Writer's pictureJosé Miguel Flavián Erlac

Brexit y Alimentación – IV Kantar Retail

El instituto de investigación publicada un pequeño análisis sobre los principales retos que tienen que hacer frente las cadenas de aquí a que se aclare qué significa desacoplarse de la Unión Europea.

Una primera previsión se centraba en el comportamiento de los consumidores, que seguramente a corto plazo no iba a cambiar mucho, tan solo una menor confianza en el futuro (natural ante la incertidumbre) por lo que el gasto se irá retrayendo o anulando en algunas partidas. Esperan una reacción parecida a la de la crisis del 2008: los productos básicos resistirán (como se suele decir, las personas tenemos que comer) y posiblemente haya un repunte de ventas de MDD y productos de marcas líderes en promoción (aunque la moda de este año sea abandonarlas). Esta vez parece que la inflación tendrá también un papel fundamental, por el desplome de la libra esterlina.

Las cadenas seguramente mirarán a la producción local para depender menos de las importaciones. En este sentido, las que han trabajado para hacer más robustas sus cadenas de suministro lo tienen algo mejor. Como Morrisons que tiene una gran parte de los productos frescos perfectamente integrados, o Tesco, Sainsbury’s, Waitrose, etc, que tienen grupos de proveedores (ganaderos y agricultores) que trabajan en exclusiva para ellos y reciben una prima en el precio. Los demás, y todos en los productos que vienen completamente desde el extranjero, seguramente sufrirán la presión de la inflación, que pondrá en peligro la guerra de precios.

Los recursos humanos son un área también que puede sufrir un impacto elevado. No sólo porque hay muchas empresas de alimentación y distribución que tienen oficinas y plantas en UK y varios países europeos, y la posible eliminación de la libre circulación frenará la agilidad con la que se movían sus empleados de un lado al otro del canal. Pero es que la agricultura puede sufrir un golpe tremendo, e incluso algunos cultivos, como las fresas y los pepinos, llegar a desaparecer. Por ejemplo el sector de los frutos rojos (fresas, frambuesas, moras, etc) que vende cada año unos £1.200 millones, depende prácticamente al 100% de los trabajadores comunitarios que van a trabajar durante las épocas de cosecha. Y lo mismo se puede aplicar al talento: se dificultará la contratación de personas de fuera del Reino Unido si se deja de aplicar la libertad de movimiento.

Kantar piensa que los discounters alemanes están bien situados para absorver los posibles aumentos de precios de los productos que se importen en el Reino Unido, por lo que les augura un buen futuro. Tienen una gama limitada y una cadena de suministro muy afinada, junto con el poder de compra del grupo entero. Sin embargo, también son cadenas que apuestan por los productos locales, crucialmente los frescos, y si va a haber más demanda sin que se consiga aumentar la producción, es posible que la inflación aquí sea significativa.

Otro gran campo de incertidumbre es la legislación. Un buen número de leyes que regulan la actividad del gran consumo (seguridad alimentaria, etiquetado, medio ambiente, etc) provienen de Europa. Ahora el Reino Unido tiene que decidir entre mantener las que ya hay (que permitirían a los productos alimentarios acceder al mercado europeo) o elaborar las suyas propias (que igual complicarían la exportación a este mercado).

Y aún queda qué va a pasar con el sistema financiero, y su posibilidad de operar en Europa con mayores o menores trabas. No sólo por la deuda que tienen contraída algunas cadenas con varios bancos, si no por la multitud de pagos que se producen a proveedores europeos, que si por los cambios en la regulación del sector bancario van a incurrir en mayores costes para el sector alimentario en general.

El Brexit ha dejado una nación dividida, con valores enfrentados, y que en parte, se echa la culpa una mitad a la otra de lo que ha pasado o por qué hemos llegado hasta aquí. Ante tanta incertibumbre, un poco de seguridad puede ayudar a llevar mejor esta crisis de identidad. Mientras tanto, unos consumidores inquietos ante el futuro no son las mejores noticias para el gran consumo.

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Los valores de cada uno de los bandos con prácticamente opuestos. Lo que un bando considera una fuerza del cambio el otro lo considera un freno o algo malo.


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