Aunque ya estemos prácticamente todos en modo navideño, esta vez les traigo un tema caliente y tropical.
Los equilibrios en la cadena son muy complejos, y discutir sobre los precios es posiblemente el debate más fácil de hacer (es un número) pero dificilísimo tener una visión alejada y con todos los datos (recuperar los costes, ofrecer un precio que se ajuste al valor que asignan los compradores al producto, que sean perecederos y pierdan valor cada día que pasa, las distintas estrategias comerciales y promocionales, etc).
Este año el Covid está arrasando con todo, pero las cuestiones subyacentes siguen allí y estos días tenemos un poco de debate en el Reino Unido sobre el precio de los plátanos. Según Reefer Trends el precio que va a pagar Aldi este año por los plátanos es de €11.33 por caja (€0.63 por kg), más de 50p menos que los precios del año pasado. El contrato de Aldi es uno de los mayores, y es una referencia para el precio al que lo van a comprar otros agentes, según The Grocer. Naturalmente, algunas organizaciones han denunciado esto, diciendo que es el precio mínimo histórico que se paga por los plátanos y que esto contradice las promesas que Aldi había hecho sobre su política de aprovisionamiento y el pagar unos precios dignos por los productos a los productores en origen.
Aldi se defiende diciendo que por un lado el precio más bajo refleja que los costes logísticos son menores (ha bajado el precio del petróleo respecto al contrato del año anterior), el Euro se ha apreciado respecto al Dólar, y los precios que reciben los productores son los mismos.
Mientras tanto, hay otros elementos que entran en juego en la cuestión del plátano: la indiferenciación (y la amenaza de la pandemia sobre la planta!), que sea un producto básico en la cesta de la compra, el poder de compra que tienen los agentes en destino frente a la producción, las exigencias medioambientales y sociales para poder estar en el mercado, etc.
Seguramente todos tienen un poco de razón en este debate, que Aldi pague menos da una señal hacia los demás agentes que pueden negociar a la baja, mientras siga manteniendo su compromiso con los productores. Pero también estamos en un entorno muy competitivo, y de la misma forma que los plátanos forman parte de ese grupo de productos esenciales que siempre se usan para comparar los índices de precios de los distintos supermercados, la exigencia de los consumidores está creciendo y las cadenas responden con compromisos. No sólamente hay que cumplir estos compromisos, si no que también hay que explicarlos continuamente, hasta casi casi ser cansinos. Me puedo imaginar alguna campaña próxima de un competidor de Aldi utilizando este argumento para diferenciarse del discounter y asegurar que ellos pagan más por sus plátanos (ha pasado con muchas otras cosas, la última la del cierre de los mostradores de venta asistida de frescos, por ejemplo) o las campañas de las ONGs que trabajan con el sector productivo, denunciando estos precios bajos y apelando directamente a los consumidores a replantearse la compra en Aldi si no quieren apoyar la explotación… Un buen número de clientes son sensibles a si los plátanos suben o bajan unos pocos peniques, pero será difícil que cambien de hábitos por esto. Pero cuando empiezas a cuestionar la credibilidad de las promesas, la defensa es complicada y cuesta tiempo borrar el efecto.
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